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No espero nada, no temo nada, soy libre: Nikos Kazantzakis, irreverencia y libertad de pensamiento.

Nikos Kazantzakis
"No espero nada, no temo nada, soy libre"
                                       Δεν ελπίζω τίποτα, δεν φοβάμαι τίποτα, είμαι λέφτερος
(1883 - 1957)
 
"Soy el hombre más sencillo que existe, pero cuando siento un "grito" en mí, no acepto transformarlo en una "vocecilla" para complacer a los mudos y a los tartamudos. Pues yo no deseo agradar a nadie, ni tener discípulo ni ser discípulo. He venido a este mundo por algunos instantes y quiero lanzar un grito y partir. Nada más."
¡Qué extraña máquina es el hombre! Usted le mete pan, vino, pescado y rábanos, y salen suspiros, risas y sueños. 
 
Uno de los escritores, poetas y filósofo mas importante de Grecia en el Siglo XX fué Nikos Kazantzakis, quien nació en Iraklion en 1883, justo a la entrada de un Siglo que traeria muchos cambios que él con facilidad reflejaria en sus obras que compilan un bello homenaje a la vida, a la rebelión de los hombres en busca de su felicidad.
Kazantzakis nació en Creta, una isla en la encrucijada del Oriente y el Occidente, situada entre tres continentes. El escritor fue un hombre muy apegado a su isla. Todo se origina allí: "Creta, Creta: y mi corazón latía", escribe en Alexis Zorba. Y en Carta al Greco precisa: "Hay una suerte de llama en Creta, digamos un alma, algo más fuerte que la vida y la muerte. Está la altivez, la obstinación, la bravura y al mismo tiempo algo distinto, algo inexpresable e imponderable, que hace que uno esté a la vez gozoso y aterrado de ser hombre".
¿Puede, entonces, calificarse a Kazantzakis de autor "regionalista"? Con seguridad no. Como acabo de decirlo, Kazantzakis era profundamente cretense. Vivía con Creta una pasión casi mística. Pero su vida, su obra y su pensamiento rebasan a Creta. Sus raíces eran cretenses, pero su conciencia era universal. Al escribir sobre Creta, la sobrepasa para interesarse en los problemas y en el acercamiento de todos los seres humanos, donde quiera que vivan.
En efecto, la guerra en Creta entre turcos y griegos que Kazantzakis evoca en su obra, toma otras dimensiones; llega a ser la lucha del bien y del mal, de las tinieblas y la luz, de Dios y el Demonio. El capitán Miguel combatía al ocupante turco. Kazantzakis combatía a otro ocupante, la maldad, la ignorancia, el miedo, las ideas brillantes y falsas de los ídolos.
Acerca de este punto, el escritor expresó a su amigo sueco Börje Knös:
"Bravo por haber terminado usted (la traducción de) Cristo de nuevo crucificado. Me alegro de que le haya gustado hasta el final. Es una verdadera novela... Zorba era sobre todo un diálogo entre un escritorzuelo y un verdadero hombre del pueblo; un diálogo entre el espíritu "tinterillo" y la grande alma del pueblo. Yo también he terminado El capitán Miguel; muy trágico: la lucha por la libertad, la aspiración sempiterna del alma a la liberación; el esfuerzo de la materia por devenir espíritu; Dios liberándose de todas las virtudes humanas que lo sobrecargan y volviéndose también Espíritu"
Escritor "cretense", pero también "cosmopolita", pensador que buscaba la "síntesis", Kazantzakis recibió una educación europea. Amó, pero también criticó a Europa. Veneró al Oriente, su cultura, sus paisajes. Pero no deseaba estar encerrado en esas fronteras, en esa separación.
Aziz Izzet, uno de sus mejores biógrafos, escribe:
"La gran aventura de Nikos Kazantzakis fue la de haber intentado realizar una síntesis entre Oriente y Occidente, entre la meditación y la acción, entre Buda y Platón, o incluso entre Cristo y Lenin. Si Dostoievski hizo un nuevo Antiguo Testamento, Kazantzakis hizo un segundo Nuevo Testamento, el del hombre de hoy que encierra todas las posibilidades del de mañana".
Pero dejemos al mismo Kazantzakis expresarse sobre este punto. En Alexis Zorba escribe: "Yo, con permiso tuyo, al jefe de nuestra raza lo llamo Akritas. Esta palabra me agrada más; es más austera y más guerrera. En cuanto la escucho, se yergue en mí, toda en armas, la Grecia eterna, que combate sin tregua ni respiro en los confines, en las fronteras. En todas las fronteras: nacionales, intelectuales y espirituales. Y si se le agrega la palabra Diyenís, se describe todavía más a fondo a nuestra raza, esta maravillosa síntesis de Oriente y Occidente"(1).
Y en un texto publicado en 1943, precisa Kazantzakis: "Creta es la síntesis que siempre he tratado de concebir: la síntesis de Grecia y del Oriente. Yo no siento en mí ni el Occidente ni la Grecia clásica como un puro ‘elixir'. Ni el caos anárquico ni la resignación abúlica del Oriente. Muy al contrario, siento una síntesis: el yo que mira al abismo sin descomponerse; más aun, a esta mirada fija sobre la vida y la muerte, yo la llamo cretense.
"Tener la mirada cretense no quiere decir rechazar las civilizaciones occidental, oriental o de la Grecia antigua. Quiere decir hacer una síntesis de todo ello sin olvidar el aporte de lo nuevo, y vivir entonces una vida nueva, más amplia, más heroica y más consciente"
Kazantzakis demuestra así de manera pertinente que un hombre debe tener raíces, pero al mismo tiempo interesarse en otros pueblos y culturas, en los valores verdaderos y en la naturaleza. Identidad y cosmopolitismo, tales son los rasgos esenciales de su pensamiento, rasgos que conservan toda su actualidad en el mundo de hoy.
(1) Diyenís Akritas es el máximo héroe épico de las fronteras surorientales de Bizantio, donde luchaban y convivían los mundos cristiano y musulmán. Inspiró una epopeya y numerosos poemas breves, trasmitidos en la tradición oral, desde el s. XI-XII al actual. akritas: luchador fronterizo. Diyenís: de doble nacimiento, pues el héroe era hijo de una cristiana y un musulmán converso.
En el año de 1906 se gradua de la escuela de derecho de Atenas continuando sus estudios en Paris (1907-1909). Durante la guerra de los Balcanes, Nikos peleó como voluntario en la armada griega. Despues de la guerra viajó a muchos paises europeos y asiáticos y publicó diferentes diarios de sus viajes a España, Egipto, China, Japón, lo que vióen Rusia, Inglaterra, etc.
Los viajes no constituían para él giras turísticas. Buscaba conocer los pueblos y sus culturas. Decía a Heleni, su segunda esposa:
 
"Mi deseo es 8 meses de viaje y 4 de soledad"
 
A Pandelís Prevelakis le precisa en una carta el sentido de los viajes: 
 
"La gran esperanza del viajero es ésta: encontrar en tierras lejanas las imágenes que expresan a su alma y lo ayudan a salvar y salvarse. Mientras más viajo, más siento que el viajar es para mí una necesidad de libertad".

Para escribir su inmensa obra, Kazantzakis se inspiró en pensadores y en pueblos europeos (Nietzsche, Bergson, Schoppenhauer, pensadores griegos antiguos y religiosos) y orientales (Buda, Tagore, poetas musulmanes, pensadores judíos, chinos y japoneses).
-Enseguida, acercamiento a través de las traducciones. Teniendo conocimiento profundo de inglés, alemán, castellano, francés e italiano, Kazantzakis tradujo al griego moderno a los más grandes escritores y poetas: Homero, Platón, Dante, Shakespeare, Machiavello, Goethe, Dickens, Nietzsche, Hanptann, Bergson, William James, Pirandello, Julio Verne, Cocteau, García Lorca, Machado, Jorge Zalamea y otros.
-Finalmente, acercamiento a través de sus propios escritos. En efecto, Kazantzakis escribió especialmente en la Enciclopedia Griega Eleftherudakis y en otras publicaciones decenas de notas sobre los más grandes sabios, artistas, escritores, poetas y personalidades del mundo entero, desconocidos para el público griego.
Nikos Kazantzakis, como ningún otro autor, abarcó todos los géneros literarios: novela, poesía, ensayo, relatos de viaje, libros para la juventud, teatro, guiones, traducciones, notas sobre los más grandes sabios y escritores de todo el mundo, reportajes y artículos de prensa, etc.
  1. Ensayos. Escribió 7: La enfermedad del siglo, ¿Ha caído en bancarrota la ciencia? Bergson, Simposio, Historia de la literatura rusa, Federico Nietzsche en la filosofía del derecho y del Estado, Ascética Salvatores Dei, que es la base de toda la obra y el pensamiento de Nikos Kazantzakis.
  2. Obras dramáticas. Escribió 19: Hasta cuándo, Fasga, Amanece, Comedia, El maestro primero. Tragedias de temas antiguos: Prometeo, Teseo (Kuros), Odiseo, Melisa; tragedias de temas bizantinos y religiosos: Cristo, Nicéforo Focás, Julián el Apóstata, Sodoma y Gomorra, Constantino Paleólogo. Otras obras: Kapodistria, Buda, Cristóbal Colón, Otelo regresa.
  3. Poesía: Nikos Kazantzakis siempre fue considerado poeta. Hasta la Segunda Guerra mundial, su obra era esencialmente poética. Con su instalación en Francia, Antibes, comienza la escritura de novelas.
Toda su obra -aun la novelesca- es poesía. Algunos meses antes de su muerte, escribía en el libro de oro de una librería de Antibes: La poesía es lo único que impide podrirse al mundo. Y algunos minutos antes de morir, decía a sus médicos: ¡Ustedes saben, los poetas no mueren nunca, o casi nunca!
Escribió tres grandes poemas o colecciones de poemas:
  • La Odisea, de 33.333 versos. Este poema ha sido traducido al inglés, francés, castellano y sueco. Es una obra capital para Kazantzakis. "Es un libro -escribió él- para los jóvenes y para los que no han nacido todavía. Es el único que quisiera llevarme a la tumba".
  • Tercinas (Cantos): se trata de 21 poemas dedicados -escribió Kazantzakis- "a las almas que han nutrido mi alma". Han sido traducidos al inglés y al castellano.
  • Sonetos: publicados en 1914 en una revista griega y no traducidos.
  1. Novelas. Es la parte más conocida de su obra. Gracias a sus novelas se hizo mundialmente conocido. Escribió 11: Almas rotas, Lirio y serpiente, Toda Raba, (Moscú gritó), El jardín de rocas, Alexis Zorba, Cristo de nuevo crucificado, Libertad o Muerte (El Capitán Miguel), Hermanos enemigos, La última tentación, El pobre de Asís, Carta al Greco.
Las novelas han sido traducidas a un total de 70 lenguas. Tres fueron adaptadas para la pantalla grande: Cristo de nuevo crucificado, Alexis Zorba y La última tentación. Alexis Zorba fue también adaptada para el teatro. Cuatro han inspirado a músicos y coreógrafos: El maestro primero y Constantino PaleólogoCristo de nuevo crucificado (La pasión griega, ópera de Bohuslav Martinú; Ecce Homo de Sandor Szokolay); Alexis Zorba (Mikis Teodorakis y Lorca Massine); Libertad o Muerte (Operas de Manolis Kalomiris); (Manos Jatzidakis).
  1. Relatos de viaje. Se refieren a Inglaterra, Grecia, Rusia, Italia, Chipre, Palestina, Sinaí, Egipto, Japón y China. (Ver: Del Monte Sinaí a la Isla de Venus, apuntes de viajes", de Nikos Kazantzakis)
  2. Libros para niños: En el palacio de Minos (Knossos) y Alejandro Magno.
  3. Guiones. Es un aspecto desconocido de la obra de Kazantzakis. Escribió 7, pero ninguno, pese a sus esfuerzos, fue llevado a la pantalla: El pañuelo rojo, San Pacomio y Compañía, Mahoma, (escrito directamente en francés y publicado por primera vez en la revista Le regard crétois en julio de 1997). Un eclipse de sol, Lenin, Don Quijote, Decamerón.

La búsqueda de lo esencial y de la libertad

Para triunfar, primero debemos creer que podemos.
Δεν ελπίζω τίποτα, δεν φοβάμαι τίποτα, είναι λέφτεπος 'No espero nada, no temo a nada: Soy libre'El hombre, según Kazantzakis, debe siempre buscar lo esencial, no perder su tiempo en conversaciones futiles, en cosas efímeras, en la lujuria, en las luchas políticas y en una literatura a` l'eau de rose. Debe superar lo "cotidiano" (alltaglisch) y lo "normal", que llevan a la pérdida del hombre mismo y lo transforman en un "cualquiera".
Dirigiéndose a su ilustre compatriota, Doménico Teotocópulos, escribe en su Carta al Greco: "Durante nuestra vida, nosotros dos no hemos perseguido sino una sola cosa; una visión cruel, sanguinaria, indestructible: la substancia... Yo no he hablado nunca de los detalles de la vida cotidiana; son caracolas vacías".
En otro pasaje, escribe Kazantzakis: 

"El tiempo ha llegado a ser para mí el bien Supremo. Cuando veo a los hombres pasearse, vagar o malgastar el tiempo en discusiones vanas, me dan deseos de ir a una esquina a tender la mano como un mendigo:
-Dadme una limosna, buenas personas; dadme un poco del tiempo que perdéis, una hora, dos horas, lo que queráis".
El hombre debe buscar lo que guía a un ser humano, a una sociedad; los hilos conductores, para ir más lejos y más lejos aun, ascender sin detenerse, superarse.
El fundamento de todo objetivo de un destino es para Kazantzakis la llama y el hilo rojo. En Toda-Raba escribe: "No debemos amar a los hombres, sino a la llama que no es humana y que los hace arder. No debemos luchar por la humanidad, sino por la llama que transforma en fuego a esta paja húmeda, inquieta, ridícula, a la que llamamos Humanidad".
Durante uno de sus viajes a Moscú, Kazantzakis escribe a Pandelís Prevelakis: "No es Rusia la que me interesa, sino la llama que devora a Rusia. Mejoramiento del nivel de vida, felicidad, justicia, virtud: cebos populares a los que no me apego. Sólo una cosa me importa: la busco por doquier y la persigo con la mirada, con miedo y con alegría: el hilo rojo que horada y atraviesa como una ristra a los cráneos, a los hombres. Yo no amo sino ese hilo rojo. Mi única felicidad es sentirlo horadar y atravesar mi cráneo, partiéndolo. Cualquier otra cosa es efímera, necia, filantrópica y vegetariana, sin valor para un alma liberada de toda esperanza".
Habiendo descubierto la llama y la línea roja, el hombre debe hablar, debe gritar. El "grito" es capital para Kazantzakis. En 1949, escribe: "Soy el hombre más sencillo que existe, pero cuando siento un "grito" en mí, no acepto transformarlo en una "vocecilla" para complacer a los mudos y a los tartamudos. Pues yo no deseo agradar a nadie, ni tener discípulo ni ser discípulo. He venido a este mundo por algunos instantes y quiero lanzar un grito y partir. Nada más".
'Carta al Greco', de KazantzakisY en Carta al Greco anota el escritor: "Todo hombre tiene un grito que lanzar antes de morir, su grito. Hay que darse prisa para tener tiempo de lanzarlo. Ese grito puede dispersarse, ineficaz, en el aire; puede no hallarse ni en la tierra ni en el cielo un oído que lo escuche; poco importa. No eres un carnero, eres un hombre; y hombre quiere decir algo que no está cómodamente instalado, sino que grita. ¡grita tú, pues! Mi alma íntegra es un grito y mi obra íntegra es la interpretación de ese grito!".
Llama, hilo rojo y grito reúnen todas fuerzas para ir más lejos. Es la condición indispensable para promover la lucha por la libertad."
La libertad para Kazantzakis significa primero ausencia de temor y de esperanza. El hombre no debe tener temor del perfeccionamiento personal y de la vida futura. No puede esperar nada de los hombres; no debe buscar recompensas y honores. Como con justeza lo escribe el filósofo musulmán Averroes, "una moral fundada en la esperanza de la recompensa y el temor al castigo es indigna del hombre de Dios; es inmoral". Este es el aspecto más importante de su pensamiento y no es una casualidad que figure sobre su tumba el siguiente epitafio:
"¡No espero nada, no temo nada, soy libre!"
Esto significa que no teme al porvenir, a la vida eterna; que él se ha liberado de todas las supersticiones; que es, por consiguiente libre. Es un mensaje de liberación y de libertad.
Para alcanzar la libertad, el hombre debe siempre "ascender". La "ascensión" es siempre el medio supremo para Kazantzakis. Subir permanentemente; luchar en cada instante por llegar a un peldaño y cuando se llega allí, ascender aun más lejos. Lo que es importante para Kazantzakis no es la libertad, sino la lucha por la libertad.
A este nivel se sitúa otra idea cara a Kazantzakis: la superación. El hombre siempre debe luchar, superarse para alcanzar a Dios, es decir, la libertad absoluta.
Algunas citas permitirán captar mejor el alcance de estas afirmaciones.
En una entrevista con Pierre Sipriot, en la Radio Francesa en 1957, Kazantzakis anota a propósito de los héroes de sus novelas: "No se trata de un triunfo definitivo, sino de una lucha sin fin".
Y en la Carta al Greco, precisa el escritor: 
"Tenemos el deber, más allá de nuestras preocupaciones personales, más allá de nuestros hábitos cómodos, de fijarnos un objetivo por sobre nosotros mismos, y esforzarnos por alcanzarlo, desdeñando las risas, el hambre y la muerte. No sólo alcanzarlo. Un alma altiva cuando alcanza su objetivo, lo desplaza aun más lejos. No alcanzarlo, sino no detenernos nunca en nuestra ascensión. Es el único medio de dar nobleza y unidad a la vida".
En 1952 escribía Kazantzakis a Börje Knos, amigo y traductor sueco: "El tema principal, casi único, de toda mi obra es: el combate del hombre con "Dios", la lucha encarnizada del gusano que se llama "hombre" contra las fuerzas todopoderosas y tenebrosas que se encuentran en él y en torno de él; la obstinación, la lucha, la tenacidad de la pequeña chispa que trata de horadar y de vencer la inmensa Nada eterna; la lucha y la angustia por transformar las tinieblas en luz, la esclavitud en libertad".
"Inconscientemente, todo lo que yo escribí durante la ocupación nazi, fue sobre la libertad, la sed, el anhelo profundo de libertad: Prometeo, Zorba, Constantino Paleólogo, etc. Cuando los comuneros le preguntaron a Renoir qué hacía él durante la Comuna, contestó: "Pintaba flores, pintaba la libertad".

"Las personas necesitan un poco de locura, de otro modo nunca se atreven a cortar la soga y liberarse"
 
"Ama al hombre, pues él eres tú"

En Vida y hechos de Alexis Zorbas, Kazantzakis distingue tres clases de hombres:
  • Los que se fijan como objetivo de la vida, como ellos dicen - el comer, beber, amar, enriquecerse, llegar a ser famosos;
  • Luego, los que se fijan como objetivo no su propia existencia, sino la de todos los hombres; ellos sienten que los hombres no son sino uno y se esfuerzan por iluminarlos, amarlos tanto como pueden y hacerles bien;
  • Finalmente, están aquellos cuyo objetivo de vida es vivir la vida del universo entero: todos, hombres, animales, plantas, astros, formamos una unidad; no somos sino una misma substancia que desarrolla el mismo terrible combate. ¿Qué combate? Transformar la materia en espíritu.
En una magistral intervención para la BBC de Londres que data de 1946, Nikos Kazantzakis expresa esta primacía de los valores espirituales:
"Para que una civilización se mantenga en un nivel elevado, debe establecer la armonía entre el espíritu y el alma. Esta síntesis debe ser el fin supremo de la lucha actual de la humanidad. La tarea es difícil, pero la llevaremos a cabo en tanto sepamos claramente lo que queremos y adónde vamos.
"Pero antes de llegar allí, es natural que vivamos el caos y la anarquía, el caos moral y espiritual. Cualquiera que hoy día entre en contacto con hombres conscientes, en cualquier parte del mundo, observa hasta en ellos las consecuencias inevitables de la guerra, es decir, los resultados de la angustia y del hambre, cansancio, ansiedad e incertidumbre; y por sobre todo la ausencia de una moral estable, universalmente reconocida, sobre la cual se pueda reconstruir la vida interior del hombre de postguerra. Pues en esto no debemos engañarnos. La verdadera reconstrucción no es la de las usinas, los barcos, las casas, las escuelas y las iglesias destruidas por la guerra. Una civilización no puede establecerse sino sobre fundamentos espirituales. La vida política y económica está gobernada por las realizaciones espirituales del hombre. ¿Cómo podrá el hombre rehacerse interiormente en un clima de cansancio, de ansiedad y de incertidumbre? No hay sino un solo medio: movilizar todas las fuerzas de luz que están adormecidas en cada hombre y en cada pueblo.
"En este momento, no hay otra salvación. Debemos movilizar todos nuestros recursos para combatir la mentira, el odio, la pobreza y la injusticia. Debemos llevar la virtud a este mundo.
"¿Cuáles son los hombres que van a llevar adelante los recursos morales de la humanidad. No podemos esperar que este grito, este toque de llamada, el más importante de todos, venga de jefes temporales. Sólo los jefes espirituales del mundo pueden y deben cumplir esta noble misión, por sobre pasiones personales. En nuestros días la responsabilidad del pensador es muy grande. Pues las pasiones son ciegas y engendran la lucha y las fuerzas materiales que el espíritu ha colocado en las manos de los hombres son formidables. De su uso depende la salvación o la pérdida de la humanidad. Miremos claramente la época peligrosa que atravesamos y veamos cuál es el deber espiritual del hombre hoy. La belleza no basta ya, ni la verdad teórica, ni la bondad pasiva. El deber espiritual del hombre hoy día es mayor y más complejo que en el pasado. Él debe aportar el orden en el caos después de la guerra y abrir un camino. Debe descubrir y formular un nuevo grito de llamada universal, capaz de establecer la unidad, es decir la armonía entre el intelecto y el corazón. Debe hallar las palabras sencillas que una vez más van a revelar a los hombres esta verdad muy simple: los seres humanos son todos hermanos".
¡Qué hermoso texto, qué clarividencia, que justeza y qué actualidad!
Kazantzakis fue un idólatra de la naturaleza, un "fisiólatra". Ama la naturaleza y la describe constantemente en su obra. En la Ascética le consagra dos capítulos: a la Tierra que mira hacia atrás y revive la ascensión y a la Relación del hombre con la naturaleza. Encuentra una dimensión divina en la naturaleza. Está de tal manera maravillado por la naturaleza que siente tener que dejarla.
En la naturaleza, el escritor incluye el paisaje, la tierra, el agua, el mar, el viento, la montaña, el campo, las plantas, los animales, el cielo, el sol. Está a menudo en afinidad profunda, en "simpatía" -según la expresión de Bergson- con el objeto de su conocimiento, en simbiosis. La naturaleza que habla ampliamente a sus sentidos toca igualmente a su corazón, el cual, según Kazantzakis es el único que puede operar allí donde la razón se ve obligada a reconocer sus límites, a admitir que hay un punto muerto.
El buscaba la naturaleza para juntarse con gente sencilla. La descripción de sus encuentros con los beduinos y los cretenses es maravillosa.
Ama el paisaje y lamenta que no lo mire la gente, que no haya -como escribe- ninguna correspondencia entre el paisaje y el hombre. Critica las violencias hechas a la naturaleza. En Toda-Raba el autor pide a los hombres: "¡Sed sencillos y buenos! ¡Amad a los hombres, amad a los animales y a las plantas. Amad la naturaleza; no la violentéis!".
No ama, en cambio, los centros urbanos, se ahoga en la ciudad, donde predomina lo ficticio. Lo natural de los campos conviene mejor a su vitalidad, a su apetito de lo verdadero. "En Egina he encontrado la calma, la terraza, el mar, la montaña y a mí mismo. ¡Cuan fútil y contrario a mi naturaleza el ruido de Atenas".
Constantemente a la escucha de la naturaleza, Kazantzakis busca en ella la concordancia, la consonancia, la armonía perfecta entre su ser y el universo.
El estoico, el "indiferente" que se ha esforzado en ser Kazantzakis, confiesa con toda franqueza y en términos patéticos que, más allá de toda reflexión serena sobre la muerte y la condición humana, el hombre sufre al separarse de la tierra.
Escribe en Carta al Greco: "Él vacila en el umbral luminoso. Es difícil despegar los ojos, los oídos, las entrañas de las piedras y las yerbas del mundo. Se dice: estoy saciado, tranquilo, no quiero ya nada; he realizado un proyecto; me voy; pero el corazón se aferra a las piedras y a las yerbas, resiste, suplica: espera todavía".
Es este sentimiento, este desconcierto el que expresa Ulises hacia el fin de su vida, junto a una fuente donde ha venido a apagar la sed:
¡"Qué tierra! -exclama, con los ojos llenos de lágrimas- ¿Cómo puede el alma decidirse a dejarla?"
"La forma última, la forma santa de la teoría , es la acción"
 
 







El mensaje espiritual de Nikos Kazantzakis

El mensaje espiritual de Kazantzakis, por el Prof. Guillermo R. Gagliardi.

“Querido camarada: de nuevo estoy dominado por el espíritu, pájaro sanguinario y rapaz. Inclinado todo el día sobre el papel, me desgarro y sufro tanto que jamás sabré explicártelo”. NIKOS KAZANTZAKIS, 1883-1957: estamos ya memorando, conmovidos, el Cincuentenario de su muerte física. Vive la Literatura hasta los tuétanos, entrega su sangre, impetuoso, en la Letra. Mente abierta a todos los paisajes físicos y espirituales. Omnívoro, pasional. “La libertad ha sido siempre para mí el fruto más noble del entendimiento humano, el último acto del amor...sé que soy un grano precioso de Dios, un elemento eterno, una llama roja más allá de la lógica en la geometría del Universo”.

Ama fervorosamente todo lo viviente. Reivindica el valor del Hombre, de la Personalidad: “Todo cuanto he deseado en esta vida... lo he obtenido porque lo he deseado áspera y ferozmente...”. La fuerza de sus sentimientos y de su expresión, impresionan vivamente al lector. “A veces pienso que mi corazón ha superado la vida y la muerte, veo a todas las personas y cosas efímeras de la tierra con tal pasión, que me parece que desaparecen, que son engullidas por mis ojos!”. Idealista fogoso, en superior tensión espiritual; devora todo lo que vive, con su mirada dionisíaca, visceral, peculiarmente evangélica.

“Celebro saber que hay seres que leen con cierta alegría lo que con el espíritu he tratado de salvar con tantos esfuerzos transmitiéndolo en palabra. No deseo otra recompensa: no puede haberla mayor para un ermitaño”. Abomina paradigmáticamente del industrialismo, anti humano, envilecedor del ser: “el rostro de nuestra civilización industrial, salvaje, privada de toda dulzura humana, implacable, amarga al contemplar las legiones de hormigas humanas que suben y bajan por las calles, sombrías, apresuradas y sin alegría uno se siente invadido por la angustia. ¿No estará tal vez bajo los efectos de un sueño aterrador?. ¿Estará acaso la humanidad presa de alguna pesadilla colectiva?...”. Flamea neto su romanticismo libertario ejemplar. Entre quijotesco y nefelibata, el sendero estético es el que eligió como su destino, habiendo transitado asimismo el ‘VíaCrucis’ de la meditación política y filosófica. Su genio aúna la exaltación del Profeta y el heroísmo del Santo.

Hombre de corazón tierno y bromista como un niño o adolescente. “Para que una civilización se mantenga en un nivel elevado, debe establecer armonía entre espíritu y alma. Esta síntesis debe constituir el fin supremo de la lucha actual de la humanidad... En este momento crítico, no existe otra salida. Debemos movilizar todos nuestros recursos para combatir la mentira, el odio, la pobreza y la injusticia. Debemos devolver la virtud a este mundo”. Cruzado del Espíritu, cree firmemente que la civilización de post guerra sólo ha de levantarse sobre sólidas bases morales. Unir el corazón y el intelecto, “todos los seres humanos son hermanos”. Humanista absoluto, idealista iluminado. Asumio el ‘Otium’ y la ‘Creatio’ con igual actitud pasional y agónica: “Mi alma entera es un grito y mi obra entera es la interpretación de ese grito”.

“El problema más metafísico adquiere en mí un cuerpo físico que huele a mar, a tierra, a sudor humano. La Palabra, para alcanzarme, debe convertirse en carne tibia. Sólo comprendo cuando puedo oler, ver y tocar”, “...tenemos el deber, más allá de nuestras preocupaciones personales, más allá de la comodidad de nuestros hábitos, por encima de nosotros mismos, de establecernos una meta y de esforzarnos por alcanzar esta meta, día y noche, desdeñando las risas, el hambre y la muerte. Mejor dicho, no alcanzarla, pues un alma altiva, no bien alcanza su meta, la traslada más lejos. No alcanzarla, sino no detenernos jamás en nuestra ascensión. Es el único medio de dar a la vida nobleza y unidad.”. Proteico: metafísico, existencialista.., entre el Ser y el Devenir. Beethoveniano, torrencial, se revela el ritmo de su estilo y la densidad de sus ideaciones.

En su magnífica “Carta al Greco” señala su decisivo contacto con el filólogo y pensador Friedrich Nietzsche (1844-1900), quien ejerció poderosa influencia en su pensamiento: talló en él la energía y crispación que buscaba. “Al principio me asustó, nada le faltaba: la impudicia y la presunción, un espíritu indómito, la rabia de la destrucción, el sarcasmo, el cinismo, la risa impía, todas las garras, los dientes y las alas de Lucifer. Pero su cólera y su orgullo se había apoderado de mí, el peligro me había embargado, y yo me zambullía en su obra con pasión y espanto, como si penetrara en una selva ruidosa llena de fieras hambrientas y de orquídeas de olor encalabrinante”.. Luego nos trasmitirá su deslumbramiento ante el teólogo, médico y músico Albert Schweitzer (1875-1965), “su hermano”, Alexis Zorba, “el alma más vasta y libre”. ‘Pragma kai Theoría’ en su vida y su obra. “il poverello” y Odysseus (Ulysses), Buda y Lenin, marcan esa tragicidad pendular de su esplendente escritura.

El amor por el alma rusa es muy sensible en sus novelas y ensayos. “El europeo coloca por encima de todo la inteligencia limpida, sumisa a la escala racional de los valores, el ruso coloca por encima de todo el alma, fuerza tenebrosa, rica, compleja, contradictoria, que impulsa al hombre, más allá de la razón, a la pasión violenta e irreflexiva. El ruso forma aún parte de la tierra, está lleno de tierra y de tinieblas cosmogónicas”. Esencialmente Kazantzakis es un formidable apologista de la inquietud espiritual, de la llama del entusiasmo. Lo esencial, reflexiona, es “ejercitar el espíritu”, esforzarse en abrir “las puertas cerradas”, en iluminar las tinieblas, en derribar las barreras que empequeñecen, que embrutecen y sofocan, allanar las estrecheces mentales, romper la sujeción de los espíritus, “trasponer sin perder aliento las más altas cimas que el hombre puede alcanzar”.

“...Si quisiera discernir los hombres que más profundamente han dejado su impronta en mi alma, nombraría quizás a Homero, Buda, Nietzsche, Bergson y Zorba”. Éste, indómito y sanguíneo, con su amor a la vida, su ingenuidad y primitivismo desmesurados, su corazón virginal, su risa que “cuando brotaba... podía él derribar todos los muros –moral, religión, patria- que el hombre miserable y miedoso, ha erigido a su alrededor para caminar, cojeando, con seguridad, a lo largo de su pobre vida.”. Su intelecto afírmase en la lectura significativa del filósofo galo: sus eternos conceptos de la Evolución Creadora, el Impulso Vital, la Intuición como conocimiento esencial. Y en la profunda experiencia religiosa en el Monte Athos y su convivencia con otro escritor neo-helénico, Anghelos Sikelianós (1884-1951), el fraternal poeta de “El visionario” y “Ditirambo de la rosa”.

Confiere un fin trascendente al Arte: debe liberar al hombre de las falsas morales que traban la expresión de su ser auténtico. En una era de deshumanización, miedos y angustias, las Letras han de ayudar a la ascensión del espíritu a las esferas más transparentes, a construir su autenticidad. Proclama la movilización de todas las fuerzas luminosas para superar la bestialización. Buscar la independencia del individuo, de la Justicia, de la dignidad de la Persona. Son los perennes motivos de toda su ingente y febril obra ensayística, narrativa, poética y dramática, sinfonía grandiosa de aforismos, cartas, traducciones.

El Arte ha de acompañar en este camino de Redención, Responsabilidad y Fuerza de la Esperanza. Se desgarra su alma por imponer a través de su arte literario, el Bien y la Luz, que es el ámbito por excelencia en que ha de florecer ese “junco pensante” que es el hombre. Su nativa isla de Creta, “antigua, sagrada, orgullosa, amada”, cuna de la cultura Minoica, es el símbolo de esta evolución. “Mi meta cuando escribo no es la belleza, es la redención”.

“El alma, aplastada como está por el cuerpo, no puede desplegar libremente sus alas y se ve obligada a seguir a pie los sentidos de la carne”. Amaremos a ese gusano que se trasforma en mariposa o pez volador. Porque Dios es superación. Hemos de ser hechizados por la Palabra subida, incandescente, de Jesús, Buda, Homero, para humanizarnos. Su último, supremo legado artístico: su gigantesca “Odisea”, pletóricos versos henchidos de hermosura, apología de la voluntad y hondos pensamientos. Obra Maestra de la lengua, prodigio de luz, ideal llama del Espíritu. Saca chispas al genio humano, declara ardiente Fe en él. Revela su alma excepcional y la necesidad imperiosa de leerlo, de tomar contacto con esa obra extraordinaria. Toda ella, un canto a la Libertad y a la evolución del Alma. A la Alegría y a la Virtud. Al combate leonino por el Bien. A la ética superadora. “Toda mi vida había luchado por tender a mi espíritu hasta que rechinara, hasta que estuviera a punto de romperse, para crear una gran idea que diera un sentido nuevo a la vida, un sentido nuevo a la muerte, y consolar a los hombres”. ”Libertad o muerte”, “Cristo nuevamente crucificado”, “El pobre de Asís”, “La ultima tentación”, “Ascesis”, “El jardín de las rocas”, “Cristóbal Colón”, “Del monte Sinaí a la isla de Venus”, “Teseo”, etc., deben ser leídos por el hombre hodierno, para apreciar uno de los mayores monumentos de profesión de fe Espiritualista del siglo XX y testimonio soberano del más alto misticismo y ascesis alcanzados por un escritor y pensador de nuestros días.

No puedo abandonar este recorrido por páginas tan sublimes, de impar grandeza, y compartirla:

“El que viaje por Grecia viaja de victoria espiritual en victoria espiritual. ..El espíritu ha transitado durante años las piedras griegas, adonde quiera que se vaya se notan las huellas divinas... la luz de Grecia es netamente espiritual”.


“Quiero proseguir, ....agrupar a los ‘servidores del Espiritu’, escritores, artistas, sabios, en una Internacional del Espiritu, por encima de toda política, con el único fin de salvar al espíritu en peligro....El gran sabio, duque de Broglie, ve también claramente el precipicio que bruscamente se ha abierto ante la humanidad: las fuerzas, dice, que se han revelado al hombre, son tan terribles, que podrían hacer estallar nuestro planeta...”.

“Ya no hay fe que someta el odiado yo a un principio elevado por encima del individuo: todos son individualistas, materialistas, adoran la materia y la cantidad, desdeñando la calidad y el espíritu. La fina corteza que ocultaba a la bestia primitiva (la moral, el amor, la belleza), se ha resquebrajado, humea el volcán y la erupción es segura. Avanzamos a un ritmo rápido hacia una terrible colisión de donde saldremos vencidos. Hambre, desnudez y miseria se abatirán sobre la humanidad, que de nuevo, lenta, difícilmente, tratará de levantarse, de organizarse, de recomenzar la marcha. ¿Cual es el buen camino? pregunta el hindú. El camino de Dios. ¿Cuál es el camino de Dios?. La ascensión. La humanidad reanudará la ascensión como Sísifo”.
“...si no queremos dejar que el mundo se aniquile en la nada, debemos liberar también al amor aprisionado en el corazón humano. Es preciso que la fuerza atómica se ponga al servicio del corazón atómico. No olvidemos que la libertad y la paz, se hallan fuera de los marcos de la naturaleza. Ambas son hijas del hombre, engendradas en el sudor y las lágrimas. Mientras el hombree respire en esta tierra, se encontrarán aquí, en vanguardia, compañeras fieles, pero a cada instante están amenazadas. .. La angustia que oprime hoy a todo hombre digno de ese nombre está redoblada por una gran esperanza: más exactamente, por una gran certidumbre; el Mal acaba siempre por sucumbir bajo el todopoderoso, tardío, pero seguro Bien. Si esta ley misteriosa no gobernase el destino humano, el espíritu habría sido hace tiempo vencido por la materia”.

“La poesía es lo único que impide que el mundo se pudra”.

“..una alegría indomable, tal es la cima más alta a que puede aspirar el hombre”.

”Comencé a escalar la abrupta pendiente de la libertad; liberarse del invasor era la primera etapa; luego liberarse del turco que uno lleva dentro –la ignorancia, la maldad, la envidia, el miedo, la pereza, las ideas brillantes o falsas- finalmente liberarse de los ídolos”.

“La razón no ve la llama vacilante que rodea al cuerpo y salta a la crisma y llama al viento como una bandera: y esto es el alma precisamente”.-

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Kazantzakis! Tu síntesis es un motivo de inspiración para almas que desean una redención del ser.

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