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Ludwig van Beethoven, el milagro









"Ludwig Vab Beethoven, el milagro".



¿Cual es, o cual era el gran secreto de la música de Beethoven?




Esa pregunta se la han hecho más de dos y más de mil en lo que llevamos de historia desde la aparición de Beethoven en la historia del arte, y la respuesta no es demasiado dificil.


En una ocasión, un admirador de la música del genio, se lo preguntó directamente mientras tomaban el te, y Beethoven no dudó en contestarle lo siguiente:




"Muy sencillo, mi querido amigo,tomo una hoja de papel, me la pongo delante, empiezo a escribir lo que tengo pensado, cuando lo tengo todo más o menos estructurado y finalizado paso a la habitación contigua donde se halla el piano, y toco lo que he compuesto".




Así de sencillo lo veía nuestro amigo Beethoven y así de sencillo debe de ser, tan sólo hay que atreverse.


El sentido de esa explicación tiene su lugar; muchos compositores, -la gran mayoría- lo que han hecho es escribir lapartitura y al mismo tiempo tocarla en el piano para ver cómo sonaba, ¿Qué ocurre? Que lo que están haciendo es algo falso, algo que en realidad no es verdadero; están explorando otros terrenos que no son los propios de su alma o de lo que sencillamente han observado en su vivencia.


Beethoven siempre iba con una o más libretas en sus bolsillos, asi que en cualquier momento en que parara a sentarse en algún lugar, tenía los instrumentos precisos para plasmar gramaticalmente una idea musical.




El otro cuaderno que más tarde llevaría sería para conversar con los demás, pues llegaría un momento en que su sentido del oído fallaría por completo.





Así pues, yo me imagino a Beethoven sacando su cuaderno de notas donde se pondría a examinar para sacar de esa escritura una nueva composición musical.




Pero cuando Beethoven tenía su prodigiosa facultad de oir, (y ésta era una grandísima facultad) podía oir los sonidos más inverosímiles y los cogía al vuelo; el canto de un ave extraña o el roer de los insectos más escondidos, las flautas de los pastores en los prados más lejanos, o el viento antes de comenzar.


Y es de ahí de donde parte una de las teorías de su sordera; al tener un oído tan bionico, su tímpano estaba expuesto a más vibraciones de lo habitual, así que su sordera era algo que estaba escrito hasta en los libros del destino más escondidos.


Su grandísima dedicación al estudio del sonido y hacer sonar ese sonido al piano forte y luego al piano, condujeron a Beethoven aún más a la sordera, pues esa larga exposición al "ruido" hacían evolucionar más tan sangrante falla en su ser.

El Destino:


Ah, gran persecución ésta la del Destino para Beethoven, siempre haciendo alusiones a tan grande Deidad. Fue su gran lucha, llegó a tal límite que una de sus grandes frases estaba dedicada a tal aspecto de la vida:


"¡Voy a agarrar al Destino por el cuello!"




Y creo que lo consiguió, o al menos lo puso en su sitio.
Una de la referencias más exactas al tema del Destino fue la tan afamada Quinta Sinfonia o "La Llamada del Destino", que es como la denominó Beethoven, no como sobrenombre de la obra, pero sí como una especie de recuerdo.


Pero Beethoven lo dejó claro en sus conversaciones con algunos de los amigos:




"Es así como llama el Destino a las Puertas del Alma".



Una mano poderosa, etérea, con vida propia e inextinguible, aporrea esas puertas con una aldaba enorme que golpea el corazón de los héroes.
¿Por qué no?



Pero nada de dramatismos, Beethoven podía ser dramático pero nunca patético, se sabía Rey y se sabía Dios, o al menos algo muy próximo, y con la Gloriosa Quinta sinfonía consiguió eso de "agarrar al Destino por el Cuello" y quedarse más tranquilo.


Y nada de dramatismos porque una especie de precedente de la Quinta sinfonía fue el cuarteto número Cinco del opus dieciseis; en el último movimiento donde encontramos las cuatro notas del principio de la sinfonía solo que en otra entonación, y está lleno de vida y de fuerza y de ganas de vivir.

"La Vida"


Beethoven llega a un convencimiento muy práctico;


"Vivir para crear, vivir como responsabilidad de fomentar el arte, de dejar constancia de la más sublimes de las Musas."


En el "Originum sive Etymologiarum" del siglo séptimo, San Isidro hacía una referencia a esto:


La Música es el Arte de modular sonidos y cantos, habiendo recibido esa denominación por derivar de las Musas.


Porque claro, una cosa es decir que se hace, y otra cosa es hacer, hacer en el más amplio aspecto de la palabra, elevándolo a la calidad de divino por muy inconsciente que se sea. Y Beethoven de inconsciente no tenía ni un pelo, cada nota, cada sonido, cada detalle estaba pensado para que lo que saliese no tuviera nada de inocente ni de ingenuo.


Otro de los personajes muy querido por Beethoven era una muchacha llamada Fanny del Río, de ascendencia española como muy fácil se puede observar. Esta señorita, no puede concedérsele el rango de dama, pues no era de la burguesía, tan sólo de una familia muy trabajadora.


Pero el caso es que ésta Fanny del Río era una persona muy especial en la vida de Beethoven, -ojo, que no hablo de amoríos, ese tema se lo dejo a los falsos románticos y novelistas en general-. Esta muchacha conversaba mucho con Beethoven al respecto de la vida y de la muerte, y bromeaba con Beethoven sobre que ya era mayor y debía irse ya.




Beethoven indignado le decía: "Mi obra no ha terminado aún y me queda mucho por hacer, así que no te hagas ilusiones". .

Un breve repaso por la Música:

Una de las pocas personas a las que he citado -Max Esteinitzer- hace en su ensayo sobre la música de Beethoven un estudio sobre la sinfonías; las pausas y la manera de interpretarlas, que evidentemente no puede ser de cualquier forma.


Beethoven dejó bien claro cómo deberían interpretarse y cómo no deberían interpretarse, por lo tanto no debería haber ninguna duda, pero en los tiempos que corren hay mucho director y mucha orquesta, así que más vale prevenir...



En las dos primeras sinfonías Bethovenianas es forzoso hacer una pausa en todos sus movimientos; tanto la primera como la segunda tienen cuatro movimientos o tiempos, por lo tanto hay que hacer tres pausas respectivamente.


Lo aconsejable está entre seis y nueve segundos. Eso en tiempo musical ya es suficiente. Se podrá pensar que es algo paranoide, pero ni mucho menos, es algo de suma importancia. Hay que tener en cuenta que existen directores de orquesta muy listos que quieren hacerlo a su modo y no dejan ni respirar.


A parte de que se trata de respetar las anotaciones de las partituras: Si entre movimiento y movimiento está la anotación "ataca" significa que no hay pausa valorativa ni no valorativa, sencillamete no la hay. Y si por el contrario hay un espacio de espera, hay que respetarlo.


En la Tercera Sinfonía la cosa cambia radicalmente: Siguen siendo cuatro movimientos, pero ya de una sinfonía nueva, nueva en todos los sentidos




Cuatro movimientos y tres pausas, pero con la diferencia que entre el tercer y cuarto movimiento no es necesario que haya tántos segundos de pausa, con tres a lo sumo cuatro segundos hay suficiente




¿Cual es la razón?




El tercer movimiento está precedido de un movimiento colosal; "La Marcha Fúnebre para la muerte de un héroe", después de ese movimiento hay que dejar esos nueve segundos de antes citados y si puede ser un poco más, mejor. Luego viene el tercer tiempo, que además de ser el más corto de toda la sinfonía está lleno de fuerza y poderío y por lo tanto el último movimiento, el cuarto, no debe distanciarse mucho ya que sigue con la misma vigorosidad, es el final de la sinfonía, uno de los últimos movimientos de sinfonía más Colosal y más inenarrable.


En la Cuarta Sinfonía volvemos a lo reglamentario de cuatro movimientos, tres pausas.




La Quinta Sinfonía sólo necesita de dos pausas; su estructura es de cuatro movimientos, pero entre el tercero y el cuarto no hay solución de continuidad, hay un "ataca", "ataca". Además es un "itaka" con motor a propulsión de trescientas mil válvulas por segundo lo menos.




¿No se ha notado nunca al escuchar esa parte de la Sinfonía cómo empieza a despegar una nave que va a no se sabe dónde? Es sencillamente, fenomenal.






La hermosa, lírica y debastadora Sexta Sinfonía.




Al tener cinco movimientos, primera de las sinfonías que necesita de cinco partes, precisa de tres pausas, y no debiera de ser así, pero tiene varios "atacas", esto es, al final de su tercer movimiento no debe haber pausa alguna cuando entra el cuarto movimiento. Van unidos a la fuerza, y sí hay una pausa entre el cuarto movimiento y el quinto.




La Séptima Sinfonía vuelve a la normalidad; cuatro movimientos, tres pausas y bien detectables, sobre todo entre el primer y segundo movimiento y entre éste y el tercer movimiento, y ya entre el tercero y el cuarto movimiento puede haber algo de pausa, ya que la fuerza de la música así lo exige.



Octava Sinfonía, la desprestigiada. Mi favorita.




Cuatro movimientos e ídem de la Séptima, solo que con menos trascendencia, pero no con menos importancia aunque nos machaquen con la idea de que la Octava Sinfonía es la "armoniosa".



La Novena Sinfonía.
La Novena depende mucho de quién sea el "audaz" que la dirija. Unos directores consideran que tiene cuatro movimientos y otros que tiene cinco. Los que consideran que tiene cinco es por la razón de que la parte previa a la Oda de Schiller, la Coral, es una especie de transformación que hizo Beethoven de la Obra escrita por el poeta mencionado. Los que consideran que tiene cuatro movimientos es porque esa pequeña parte la inscriben dentro de toda la Oda a la Alegría, sin hacer casi pausa alguna. Así que queda la sinfonía con tres pausas muy hermosas, sobre todo entre el segundo y tercer movimiento, quizá uno de los movimientos más gloriosos y más perdurables de toda la Historia.

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