"Primeros años"
La leyenda
El lunes 24 de junio de 1935 el avión en el que viajaba cayó cerca de Medellín (Colombia) y terminó con su vida en el esplendor de su fama. Fue enterrado en el cementerio porteño de la Chacarita. Su tumba es visitada por admiradores de todo el mundo. La calidad de su voz y su muerte prematura ayudaron a convertirlo en un mito popular. Pero Gardel se ha convertido en una figura indiscutible de la que no es necesario reseñas ni alabanzas. Todo aquel que oyó hablar de tango, lo encontró pegado al nombre de Carlos Gardel.
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
Acaricia mi ensueño
el suave murmullo de tu suspirar.
Cómo ríe la vida si tus ojos negros me quieren mirar.
Y si es mío el amparo de tu risa leve que es como un cantar,
ella aquieta mi herida, todo todo se olvida.
El día que me quieras la rosa que engalanase vestirá de fiesta con su mejor color.
Y al viento las campanas dirán que ya eres mía,
y locas las fontanas se contarán su amor.
La noche que me quieras desde el azul del cielo,
las estrellas celosas nos mirarán pasar.
Y un rayo misterioso hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa que verás que eres mi consuelo.
El día que me quieras no habrá más que armonía.
Será clara la aurora y alegre el manantial.
Traerá quieta la brisa rumor de melodía.
Y nos darán las fuentes su canto de cristal.
El día que me quieras endulzarán sus cuerdas el pájaro cantor.
Florecerá la vida, no existirá el dolor.
La noche que me quieras desde el azul del cielo,
las estrellas celosas nos mirarán pasar.
Y un rayo misterioso hará nido en tu pelo.
Luciérnaga curiosa que verás que eres mi consuelo.
Letra completa cantada por Carlos Gardel en la grabación original realizada el 19 de marzo de 1935, con el acompañamiento de su orquesta.
Palabras de la madre de Carlos
LAS PALABRAS SANTIFICADAS POR EL AMOR MATERNAL ADQUIEREN EMOCION Y CALIDAD HUMANAS
Fue utilizada en la película que él mismo protagonizó, también titulada "El día que me quieras".
Berthe Gardés, la madre del inolvidable cantor, cuando esperó los restos de su hijo, que vinieron a bordo del vapor "Campana". La rodean Francisco Maschio, y otros. 17 de agosto de 1935.
UN año más. Y su recuerdo, sobre el tiempo y la distancia, se agranda con la misma serena amplitud con que crece, en la perspectiva de un paisaje, la montaña que observa el caminante que se aleja...
Carlitos tiene el romántico contorno de los antiguos juglares, herederos de tradiciones, palabras y caminos. Y cada año se multiplica la emoción del pueblo al recordar a su cantor predilecto, al que vino del oscuro cruce de los barrios olvidados, para entregar a la ciudad la voz y el acento amasados entre pampa y ciudad. De él — de Gardel — se han escrito ya cien biografías y una verdadera recopilación popular y múltiple de anécdotas. ¿Qué decir que no se haya dicho?
El lenguaje espiritual de las flores, que otra vez se multiplicarán en su tumba, le dirán de su descanso eterno, del amor de los humildes, que en compás de tango se hicieron conocer en todos los pueblos del mundo...
Y una vez más quedará establecido que los verdaderos amores son aquellos que se conquistan en la sencilla ternura de los humildes, de Ios pobres, de los que no ocultan sus sentimientos y los expresan con la bulliciosa espontaneidad de lo sincero y lo auténtico.
Un reportaje olvidado
Durante diez años — en este mes se cumplen once de su desaparición — Gardel fué recordado por todas las publicaciones y, a su alrededor, se han tejido cien historias, verídicas unas, cercanas a la verdad otras, y fantasiosas muchos de ellas.
Ya poco queda por decir de él. Y, Por esto quizá, entre muchos recuerdos que vamos a hilvanar, quizás un viejo y olvidado reportaje — guardado celosamente en nuestro archivo — tenga una fuerza emocional distinta. Le fué hecho a su madre, doña Berta Gardés, a poco de arribar a Buenos Aires en el vapor "Campana", desde Toulousse, donde se halaba entonces (¹). Ella fué traída por el gran amigo de Carlos, señor Armando Defino, para recibir aquí los restos de su infortunado hijo fallecido trágicamente en Medellin. Aquel reportaje, acompañado por la firma de doña Berta, que reproducimos, tiene hoy la tierna actualidad de las lágrimas. La mamá de Gardel murió algún tiempo después. Pero sus palabras de entonces alcanzan la honda repercusión de los recuerdos firmes y emocionados.
Documentos probatorios
Vayamos al reportaje.
Doña Berta, empequeñecida por el dolor de la tragedia, se mostraba sumamente contrariada por determinada publicidad, hecha, entonces, sobre el dolor inmenso de la tremenda desgracia. Y nos decía:—Se le han atribuido a mí hijo protectores y otras cosas, que me hieren por lo mismo que parecieran aflorados para una explotación — en provecho de vivos — de un muerto, que para mi tiene el valor de toda mí alma...
— Qué nos puede decir del inolvidable Carlitos, señora?...Se ha dicho tanto! — comentó entonces doña Berta. — Que lo más nuevo, quizás, sea decir la verdad, que en mis labios no puede ponerse en duda. Nació el 11 de diciembre de 1890, en Toulousse. Consta, en su acta de nacimiento y fe de bautismo, que se llamaba Charles Romualdo Gardés. Su apellido lo modificó, más tarde, para amoldarlo a una fonética mejor y porque los muchachos lo llamaban así. Desde muy pequeño era muy travieso. Por eso, en vista de que sus travesuras eran cada dia mayores, lo interné, durante un tiempo, en el San Carlos. Durante las vacaciones se ocupaba de muchisimas cosas. Inició muchos oficios. Arreglaba relojes. Fué tipógrafo. Más tarde cartonero. En una oportunidad, me enteré que se había convertido en utilero teatral.
¿Le atraía el teatro?¡Mucho! Cuando me dijo que había estado cerca de grandes artistas y comenzó a imitarlos, temí que dejara sus estudios. Le amenacé con volverlo a internar en un colegio, y entonces, por temor a que cumpliera mí amenaza, Carlos se fué a Buenos Aires. Al tiempo, por una persona que había estado en Montevideo, me enteré que ahí Carlitos astaba cantando en diversos locales.
— ¿Usted se molestó, señora, por eso?— No. Sabia que Carlos: era todo un hombrecito. Sabia, también, que no olvidarla niaguno de mis consejos, puesto que él habla visto con cuántas privaciones mantenía la casa. Yo lavaba y planchaba para ganar los centavitos con que viviamos. Una tarde llegó alborozado y abrazándome, dijo en un grito: "—Mamá. Desde hoy no trabajas más. El que trabaja soy yo..." Y así fué. Ya en 1910 debutaba en un local que se llamaba "Armenonville", en compañia de Razzano. La primera vez que se presentó en el centro de Buenos Aires lo hizo con Elías Alippi. Lo demás ya lo saben. Desde el día en que, siendo un muchachito, volvió de Montevideo, complió su promesa. No volví a trabajar más. Y cuando me veía en cualquier menester se enojaba, se enojaba mucho, hasta terminar besandome con cariñosa ternura. Fué el hijo más bueno del mundo. Aquella viejecita de arrugada faz y tan pequeñita — tan pequeñita que parecía un suspiro en su dolor — comenzó a llorar...
—¿Tuvo alguna novia? —Me confesó, muchas veces, que nunca tuvo novia. Claro que estuvo relacionado con mujeres hermosas, y..., en fin..., pero lo cierto es que él me afirmó siempre solemne, rotundamente, que no había encontrado la mujer de sus sueños, y que cuando eso ocurriera, yo iba a ser la primera en saberlo, porque esa mujer debía ser mi hija y formarla con ella su hogar. Fuera quien fuera. Estuviera donde estuviese.
— ¿Cómo se enteró usted de su trágica muerte? —Estábamos en mi casa, en Francia. Todos los días, a la hora del almuerzo, sintonizábamos la radio para escuchar unas grabaciones de Carlos, que se transmitían desde Buenos Aires. El 24 de junio nos habíamos reunido a festejar el sant o de mi hermano Juan. El estaba muy triste, como lo estaba, también, mi cuñada. No podia imaginarme la razón ni la causa de esta tristeza, que me producía una gran intranquilidad. Fuí a enchufar la radio, y no funcionó. Estaba descompuesta. ¡Claro! Luego supe la causa. Juan y mi cuñada ya sabían la noticia. Se la había facilitado un vecino. Y descompusieron la radio, ex profeso, para que yo no captara la trágica noticia. Cómo habría sido el golpe, que Juan murió quince días después. Y yo, yo — terminaba en llanto doña Berta --he de morir muy pronto. Y para qué quiero ya la vida sin él. Recibiré sus restos..., y después..., después me dejaré morir...Y la madre de Carlitos se arrebujaba en los brazos de ese gran muchacho que es Armando Delfino...
Poco tiempo después, doña Berta moría en Buenos Aires, en una dulce paz que tenía algo de sereno descanso y de reencuentro en una cita tierna y esperada... .
Asi finalizó este memorable reportaje que le hicimos a la señora madre de Carlitos Gardel, Berta Gardés, poco tiempo después de aquel infausto 24 de junio de 1935.
Por nuestra parte, siempre guardamos, en el fondo de nuestro corazón, un sentimiento de afecto para aquel que fué nuestro más grande y querido cantor: Carlos Gardel.
¡Paz en la tumba de la madre y del hijo cariñoso!
PARA DISFRUTAR DE SUS MAS BELLOS TANGOS Y ALGO MAS, VISITE ESTOS LINKS:
http://http://www.gardelweb.com/Gardel_music.htm
http://gardel.unsl.edu.ar/musica.htm
Comentarios